“Las comunidades energéticas no pueden obviar la vulnerabilidad”

Durante los últimos años han surgido numerosos proyectos relacionados con la implementación de comunidades energéticas en el territorio. Comunidades que demuestran que este tipo de proyectos innovadores tienen cabida en nuestro país y que impulsan la soberanía energética hacia una transición a manos de la ciudadanía. 

Son lo que algunos ya han llamado “utopías reales”. Y, si bien es cierto que la mayoría de estas iniciativas innovadoras dejan atrás un modelo considerado por muchos obsoleto, muchas aún carecen de una perspectiva más inclusiva. Lo hablamos con Raquel Rodríguez, Camila Canelas y Paco Jofra, técnicos del proyecto europeo.

Las comunidades energéticas son una realidad en toda Europa y, concretamente en Cataluña, representan un impulso al cambio del modelo actual. Sin embargo, aunque muchas están pensadas para no repetir patrones del modelo energético anterior (centralizado, fósil, con rasgos de oligopolio), la mayoría de las iniciativas aún no logran incluir a los colectivos que pueden encontrarse en situación de vulnerabilidad. Hogares que, desgraciadamente, pocas veces tienen acceso a iniciativas para crear comunidades energéticas o acceder a propuestas de autoconsumo compartido. Familias que, hoy, se quedan al margen de la transición energética y de la revolución que están suponiendo las comunidades energéticas a todo el territorio europeo y, especialmente, el catalán.

Comunidades energéticas y pobreza energética

Por este motivo, hace falta un cambio de mirada que ponga a las personas en el centro. Según datos de 2022 del Eurostat, el 9,3% de las familias europeas no pueden mantener una temperatura adecuada en sus casas en invierno. Y del 2021 al 2022, la cifra ha pasado del 6,9% al 9,3%, principalmente por la crisis energética provocada por la escasez de gas a causa de la guerra de Ucrania.

Así pues, queda claro que la transición energética no puede estar pensada solo para una parte de la ciudadanía, y aquí es donde entran en escena iniciativas como la del Sun4All, un proyecto europeo nacido cuando las comunidades energéticas todavía no eran una realidad. Financiado por el H2020, está coordinado por la Associació Ecoserveis y liderado por la Agencia de Energía de Barcelona en su despliegue piloto a la ciudad de Barcelona. La iniciativa busca garantizar que los hogares vulnerables tengan acceso a las energías renovables ayudando a cubrir sus necesidades energéticas. Todo esto mientras se promueve el acceso a la energía asequible, la creación de ocupación, el empoderamiento ciudadano en relación con sus derechos energéticos y la mejora de la salud pública.

Sun4All, un proyecto para integrar ambos conceptos

Raquel Rodríguez, técnica del proyecto de la Associació Ecoserveis, lo define brevemente: “Hacen falta iniciativas que vayan más lejos, porque normalmente tenemos proyectos de transición energética pero, muchas veces, estos no piensan en las familias, en qué necesitan y en que se pueden encontrar en situaciones de vulnerabilidad”, explica. “En definitiva, el Sun4All ha abierto la puerta a trabajar temas de energía comunitaria y vulnerabilidad. Siempre que oímos hablar de transición energética, falta este segundo concepto, y no se puede obviar de ahora en adelante. Las comunidades energéticas no pueden obviar la vulnerabilidad”, añade el también técnico energético Paco Jofra.

Así, el Sun4All ha estado trabajando para impulsar autoconsumos compartidos en hogares con familias vulnerabilizadas. Y, aunque el proceso no ha sido fácil (principalmente por las trabas impuestas desde la distribuidora y las grandes comercializadoras), lo cierto es que el proyecto cierra con una gran implicación de las familias que han formado parte, y con una valoración global muy positiva, tal y como explica Jofra: “Hay muchas cosas interesantes, pero una de las más interesantes es que, aun siendo un proyecto que ha requerido un grado elevado de acompañamiento (por las trabas con que se encontraban las familias), ha sido muy gratificante ver como estas se empoderaban durante todo el proceso. Han aprendido más cosas sobre sus derechos energéticos, han entendido muchos conceptos nuevos ¡y han hecho frente al oligopolio!”. Y es que el proyecto ha demostrado que uno de los principales retos proviene de las limitaciones institucionales y normativas. Los marcos normativos poco desarrollados, la falta de canales de comunicación entre los actores del sector energético y los procesos de licencia prolongados han demostrado ser un freno al potencial del proyecto. “Es necesario promover proyectos similares que confronten las malas praxis del oligopolio energético; la normativa es clara y vigente desde 2019, y los retrasos o las prácticas abusivas tienen que ser sancionadas”, explica Jofra. Dejando a un lado las dificultades, uno de los grandes éxitos ha sido la comunidad creada a raíz del proyecto: “El equipo con el que hemos trabajado ha sido increíble – cuenta Camila Canelas, gestora del proyecto – y había un sentimiento de unión muy fuerte. Unos no tiraban más que los otros, el trabajo en equipo ha sido real, y esto nos ha permitido llegar a las familias de una forma muy especial y única. Se ha creado comunidad”, concluye.

De hecho, se ha cumplido con creces uno de los objetivos del proyecto, que era empoderar a la ciudadanía que, de entrada, podía no sentirse interpelada por los discursos relacionados con la transición energética. Y lo cierto es que las 113 familias que han participado en el proyecto han sabido desde el primer momento que se trataba de una prueba piloto, mostrándose flexibles con los problemas que han podido surgir y aprendiendo sobre un tema, el del autoconsumo compartido, que no habían tratado anteriormente.

Balance de un proyecto de éxito

Con el proyecto terminado, es momento del balance. Para Raquel Rodríguez, uno de los grandes éxitos ha sido haber podido replicar el modelo neoyorquino en Europa. “Hemos hecho mucho ruido”, cuenta. “Luego han aparecido otras iniciativas, pero estar en el punto de mira en este sentido ha sido muy interesante”. Para Paco Jofra, uno de los éxitos es el tipo de mensaje y la comunicación que se ha conseguido establecer con las familias: “La comunicación se ha dado siempre a través de mensajes claros y comprensibles, cosa que muchas veces falta desde la administración pública. Hemos evitado mensajes confusos y nos hemos centrado mucho en construir, mantener y nutrir este vínculo de confianza. Porque hay que reconocer que el oligopolio actual ha sido una de las grandes barreras para el éxito del proyecto, y si no hubiésemos empoderado a las familias, no habría sido posible hacerlo. Esta ha sido también una de las claves del éxito del S4A”.

Exportación del modelo y futuro

“Es importante que, ahora que ha empezado, la rueda no pare”, reitera Canelas. Que haya replicabilidad. “Y, a los que quieren empezar a impulsar un proyecto similar, les recomendaría mucha paciencia”, añade. “No es fácil romper con ciertos marcos establecidos, pero poco a poco, con mucha confianza y paciencia, se van sentando las bases y se dan pasos importantes, por pequeños que parezcan al principio. Por nuestra parte, sabemos que el futuro pasa por recordar lo que hemos hecho y trabajar para que el proyecto se mantenga vivo”.

De hecho, se trata de un proyecto referente en cuanto a la innovación que ha supuesto, y en cuanto al gran número de conexiones que las entidades socias del proyecto han establecido. Conexiones a escala local, regional y transnacional que han permitido un intercambio interesante de conocimiento pero que han supuesto también la creación de redes de actores clave. Redes que mantener, conservar y fomentar: “Hemos empezado a escala municipal, en Barcelona, pero ahora toca dar un paso más allá y crear comunidad con la ciudadanía, y profundizar así en qué necesitan de verdad las familias”, detalla Rodríguez. “Hemos puesto la primera piedra, pero los siguientes que vengan tienen que ser aún más comunitarios. La administración pone los recursos y abre muchas puertas, pero si se llega más a las usuarias, a las personas beneficiarias, los resultados aún tendrían más impacto”, afirma.