Consumo mínimo vital de energía: ¿Por qué resulta complejo determinar cuántos kWh se necesitan para vivir de forma digna?

Aunque es cierto que se reconoce que la energía es esencial para cubrir las necesidades básicas de las personas, no hay consenso respecto a qué cantidad de energía se necesita para cubrirlas ni qué servicios energéticos deberían incluirse o no. Las necesidades básicas de energía varían en función de las condiciones climáticas, la cultura, las prácticas sociales, etc.

En general la energía que necesita un hogar incluye los kWh necesarios para iluminar, cocinar, climatizar, entretener o educar (por ejemplo, el ordenador) y todos aquellos para poder utilizar los equipos electrónicos y de telecomunicaciones del hogar. ¿Y eso cuántos kWh representa? Pues, aunque se entiende que son las necesidades mínimas de kWh para sobrevivir, no es tan sencillo de cuantificar.

La definición de necesidades básicas depende de cómo se miden y ahí está el quid de la cuestión ya que, a falta de una medición universal, cada investigación, estudio, informe o normativa interpreta de diferente forma cuál es el nivel de energía mínimo requerido para vivir de forma digna.

En España el consumo medio por hogar es de 10.500 kWh/año, pero si se segmenta por zonas, la media en zona continental es de 13.141 kWh/hogar año mientras que en zona mediterránea la media está 8.959 kWh/hogar y año[1]. Y si desglosáramos más por tipo de vivienda, número de personas por hogar, equipamiento, eficiencia energética de los equipos y electrodomésticos etc… los valores irían fluctuando.

De todas formas, esta horquilla hace referencia a valores de consumo medio en los hogares españoles,… ¿cuáles deberían ser entonces los valores considerados de necesidades básicas?

Es relativamente sencillo determinar y cuantificar los equipos básicos: bombillas, nevera, cocina, lavadora, sistema de calefacción/refrigeración (en función de la zona climática), ordenador, teléfono y otros equipos. Una de las complejidades radica en que, por ejemplo, una nevera antigua puede utilizar 1.000kWh/año mientras que una eficiente utiliza sólo 350kWh/año pero… ¿quién tiene acceso a una nevera moderna, eficiente en el uso de energía? Desde luego, los usuarios en situación de vulnerabilidad no. Si se fijara el umbral por ejemplo, en 1.000kWh/año aquel hogar con la nevera antigua e ineficiente no podría llegar a cubrir sus necesidades básicas.

Haciendo un repaso de la literatura universal existente hasta la fecha…

  • Bravo, Krugmann & Goldemberg (1983) sugirieron que la cesta de necesidades básicas incluía: la preparación y conservación de alimentos y suministro de agua, el condicionamiento del el espacio la higiene personal y el ocio y la comunicación social y que las necesidades básicas variaba  entre 2.400kWh/persona y año para zonas urbanas templadas/cálidas a los 14.000kWh/persona y año.
  • Parikh (1978) estimó que la energía requerida para subsistir era de unos 2.400kWh.
  • La Agencia Internacional de la Energía estableció 100kWh de electricidad + otros 1200kWh de combustibles[2]
  • Hay otros estudios que hablan de 20-50kWh de electricidad por hogar y mes para iluminación, comunicación y entretenimiento + 15-30kWh extra por cada m2 habitable.
  • Hace un par de año, la Junta de Andalucía presento una propuesta de Decretó Ley, que luego cayó en el olvido que establecía un mínimo vital de 100 l de agua al día y 1.400kWh al año de electricidad.
  • Un estudio[3] defiende que, para el consumo doméstico en China, el mínimo vital serían unos 90kWh por hogar y mes y unos 150kWh para las viviendas situadas en núcleos urbanos. Sin embargo, el gobierno chino bonifica los primeros 250kWh/mes de todos los consumidores domésticos

Como veis hay tantos valores como estudios y responden a las diferentes realidades climáticas, sociales y culturales del mundo.

Ahora bien, no por complejo deberíamos hacer un ejercicio para establecer un valor como se ha hecho en  otros ámbitos. Por ejemplo, está el caso del agua en el que sí que se establece un mínimo bonificado que ronda los 100l/persona y día. Otro ejemplo de distinto ámbito sería el caso de la llamada Renta Mínima de Inserción que tiene como finalidad satisfacer las necesidades de lo que, a nivel legal, se categoriza como “ alimentos” y que incluye todo lo que es indispensable para el sustento, habitación, vestido y asistencia médica (artículo 142 CC). Cada CCAA la gestiona y los importes varían pero en general se cuantifican entorno al 70% del salario mínimo interprofesional. (655€/mes para este 2016). Aunque fácilmente criticable, por cuantía y metodología, el que se haya establecido un valor, permite que aquellos con menos recursos puedan acceder a esta ayuda, aunque sea insuficiente.

Deberíamos pues, los profesionales de la energía, esforzarnos por dar una horquilla de valores, teniendo en cuenta zonas climáticas, calidad de la edificación, personas por hogar, eficiencia de los equipos, y cuántos factores determinemos para facilitar la concreción de medidas para proteger al usuario en situación de vulnerabilidad energética.

¿Nos ponemos a ello?

[1] http://www.idae.es/uploads/documentos/documentos_informe_spahousec_acc_f68291a3.pdf

[2] Energy for a Sustainable Future. THE SECRETARY-GENERAL’S ADVISORY GROUP ON ENERGY AND CLIMATE CHANGE (AGECC). New York 2010

[3] Electricity Demand and Basic Needs: Empirical Evidence from China’s Households  EPRG Working Paper 1416 Cambridge Working Paper in Economics Xiaoping He and David Reiner

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